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El deslumbrador de cocodrilos

La Burbuja Política

La Burbuja Política

Ha llegado el otoño y llevamos unos meses siendo espectadores del principio del fin de una burbuja política. Los políticos profesionales flotan en el saber o no querer solucionar drásticamente la situación en que está inmerso su sector. La falta de dignidad, responsabilidad, ética y valores humanos han conseguido que nadie quiera pagar por su producto: la credibilidad.

A falta de trabajo valiente en el legislativo y novedoso en el ejecutivo, se dedican al gasto innecesario. Hacen leyes que el Estado no necesita y que los ciudadanos no quieren porque coartan nuestra libertad,  porque son de dudosa legitimidad social y científica o porque disminuyen la igualdad entre los pueblos.

Mientras en lo privado se lleva a cabo un trabajo de adaptación a la nueva realidad, en lo público malgastan su tiempo en legislar supuestos avances.

El sector político se está dedicando a iniciativas inútiles para el gran conjunto de la población y a persuadir al contribuyente con la esperanza de que esto va a pasar. Están perdiendo la oportunidad de realizar las necesarias mejoras y cambios legislativos para evitar desigualdades, corruptelas y duplicidades en el sistema.

Lo seguro es que la crisis económica y laboral pasará, lo sabemos todos, es natural. Otra nueva crisis sectorial está por llegar, la política. La estructura político-administrativa actual es insostenible y las empresas y la población no vamos a querer pagar tantos impuestos después de ver que no es necesaria tanta pompa.

Al igual que lo público, las personas físicas y fiscales, están esperando a que la coyuntura cambie, pero con diferentes modelos de espera. Los unos, empresas y familias, toman medidas verdaderamente efectivas como reducciones del gasto, de estructura y de optimización de recursos u otras como búsquedas de la máxima seguridad en la inversión, de nuevas oportunidades y de sinergias. Los otros, los dirigentes, se esconden, distraen la mayor parte de su tiempo o dedican su inteligencia a discusiones internas, encuestas y estadísticas.

El poder legislativo y el ejecutivo mantiene sus sueldos, el número de asesores y no ajusta su gasto. Además quita prestaciones y servicios. Luego no mejora el sistema global como es su obligación. Y para esto nos sube los impuestos del ahorro y de casi todos los bienes de consumo. El Estado está perdiendo contribuyentes.

Tras mezclar los tres poderes, con comunicación y finanzas se han salido de la atmósfera y recorren marcos incomprensibles para el resto. El poder ya no es parte del pueblo.

 

1 comentario

sebium -

Ojalá se acabe esta época de mediocridad política.
saludos