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El deslumbrador de cocodrilos

Ley de Lenguas Sí, pero cómo...

Ley de Lenguas Sí, pero cómo...

La semana pasada, el martes, Heraldo de Aragón en sus páginas de opinión, en Tribuna me publicó estas letras. Debo reconocer que ha sido un honor y me siento reconocido en él.

Este artículo lo quiero situar en la época actual donde las gentes vivimos la cultura de los localismos y la globalización con normalidad. Una paradoja propia de nuestro tiempo: la posmodernidad. El mundo está abierto y se puede oír hablar las lenguas de multitud de naciones en cualquier lugar, pero cada pueblo utiliza una, de forma local, que facilita el diálogo fluido entre personas e instituciones. También hay lugares que utilizan dos o más para comunicarse institucionalmente, pero todos sabemos lo que encarece, en cuestiones de volumen y estructura, esta operación. Y no es positivo, en estos tiempos críticos, hacer crecer la estructura de la administración.

Aún más que legítimo, es necesario defender que se apruebe una ley sobre el uso de las lenguas de Aragón. Es también correcto decir que el español es la predominante para comunicarnos porque todos la conocemos y usamos. Del mismo modo algunos mantienen el uso de unas hablas diferentes al castellano, al catalán, al valenciano y al francés que son propias de nuestra tierra: las modalidades del aragonés, que se habla en el norte y este de nuestra comunidad, y la fabla, que es una recopilación moderna.

Por lo tanto, sería correcto decir que en Aragón tenemos el español como vía común de entendimiento y formas del aragonés que se usan en diferentes localidades y facilitan el entendimiento con zonas vecinas.

Así consideramos que la Ley de Lenguas debería recoger estos usos y costumbres, articular la manera de que no se pierdan, ni se anulen y sean dignificadas. Debería tenerse en cuenta que no puede suponer un gran gasto, puesto que si han podido sobrevivir durante muchos siglos con nula ayuda institucional poco se necesitará ahora para que muestras gentes puedan perfeccionarlas en las escuelas.

La propia naturaleza de la comunicación oral, a través de la observación de sus flujos en la historia viva, nos dice que no entiende de fronteras, pues se mezclan con las cercanas. Dignifiquemos los nombres que han ido recibiendo estas modalidades lingüísticas de Aragón y disfrutemos de nuestra diversidad cultural. Porque las modalidades aragonesas son más antiguas que el catalán  y los mayores merecen nuestro respeto.

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